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Sin Face – Sin Rostro

Sin Face – Sin Rostro

Cada día estamos expuestos a un sinfín de imágenes, desde la televisión, los puestos de periódicos, los espectaculares, la publicidad en el transporte público, el cine y muchos otros “vehículos” que nos ofrecen imágenes de todos los colores y tamaños imaginables.

Nosotros percibimos y apropiamos (a veces sin estar conscientes) muchas de estas imágenes, y lo hacemos con total naturalidad, como si desde toda la historia humana nos hayan acompañado.

Todo este bombardeo influye en la forma en que nosotros mismos nos percibimos, también en la forma en la que otros nos perciben y en la forma en la que nos tratamos de mostrar hacia los demás. Así, muchos creemos que por vestir una u otra marca o por llevar un corte de cabello u otro, nos definimos, como demostrando a los demás qué nos gusta, sin embargo, hay muchas cosas detrás de estas acciones, muchas imágenes y estereotipos que aceptamos socialmente y que suelen ser motivo de nuestro propio proceder.

Existen muchas imágenes universalmente conocidas y así existe también una lucha en la creación de imágenes icónicas que nos intentan seducir cada día en una seducción entre lo perceptual y lo conceptual, esto también da pie al uso de personas que son utilizadas para ser “la imagen” de un producto o de una marca, como es el caso de muchos deportistas y actores. Todo lo anterior busca también la aceptación masiva de las imágenes.

Otro fenómeno que se ha potencializado es la creación de imágenes que se asemejen a la realidad de la forma más aproximada posible. Esto lo podemos ver también en el desarrollo de la industria del videojuego, pasamos desde el Atari, desde Mario buscando rescatar a la princesa, hasta jugar en las calles de Los Santos en el Grand Theft Auto V (una de las sagas de videojuegos más exitosas en los últimos años), donde te desenvuelves en una copia de la ciudad de Los Ángeles buscando ascender en el camino del crimen y tienes la libertad de ir a tomar un café o de robar un camión blindado.

Gracias al desarrollo tecnológico ahora tenemos a la mano todas estas posibilidades y lo que nosotros apropiamos de las imágenes también lo externamos, sin embargo, como siempre, hay consecuencias; las redes sociales han venido a marcar un antes y un después en nuestro modo de interacción social, hoy aquel que no tiene Facebook “no existe”, es decir, quien no pone su imagen en línea, es como si no existiera pues ahora la comunicación se da por dichos medios y por consecuencia (y por desgracia) es más fría y se olvida del contacto humano o, como en el caso de la televisión que se rige por los parámetros del espectáculo, te propone ciertas pautas que al apropiarlas terminas añadiéndolas a tu propia imagen. Así es como ahora, como si nosotros mismos fuéramos objetos, “debemos” tener ciertas características para encajar en sociedad.

La humanidad sigue creciendo, la tecnología cada vez que nos facilita algo cambia nuestra forma de vida, pero no hay que olvidar que más allá de marcas, páginas en la red, imágenes explícitas en la prensa o del ídolo del momento en televisión, somos seres humanos.

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